lunes, 11 de marzo de 2013

El viejo, la vaca y Pantín

            La mañana es tranquila y el sol nos llega con la suavidad propia de primeros de marzo, a pesar de los velos traslúcidos de unas nubes que parecen recordarnos que todavía debemos terminar un duro invierno.
            Acabamos, Cris y yo, de coger unas pequeñas pero cariñosas olas, en solitario, privilegio raro en esta playa pero posible si te conformas con ir en medio de la semana y a hora temprana, en un día en el que el mar parece estar dormido, y que te envía como con pereza y  solo de vez en cuando alguna ola que debes aprovechar sin muchos remilgos.
            Pero disfrutar del surf es también eso: la soledad de una playa que siempre nos parece tan virgen como el primer día, con la única compañía de alguien querido, y con la satisfacción de coger, de vez en vez, una ola que rompe perfecto aunque mida cincuenta centímetros. Cambiarte luego en la hierba, verde y esplendorosa, salpicada de las flores que anuncian la primavera…y, en fin, la sensación de paz que siempre te invade al final de un baño.
            Ya secándome con calma me llama la atención una vieja vaca que disfruta, también y a su manera, comiendo la fresca y jugosa hierba. Se va moviendo con lentitud, buscando sin duda los mejores bocados. Pronto aparece su dueño, un hombre ya mayor, en el que las arrugas de su rostro nos cuentan, en pocos segundos, sin engaños, la historia de su vida. El hombre en seguida se anima a hablar. Nos dice que pasea su vaca como todas las mañanas, y a nosotros se nos ocurre pensar que lo hace como el que pasea a su mascota: yo a mi perrito, él a su vaca.
- La vaca, ¿tiene leche?-pregunta Cris
- Non, xa non, pero ten que comer coma todos –contesta con seriedad, con una lógica aplastante.
- Pero, entonces ¿para que la quiere?
- De compañeira –vuelve a sorprendernos con esa forma de razonar de las gentes de aldea. Y toma a su vez la iniciativa- ¿Está fría a auga?-como ya sabe la contestación, continúa, sin esperar por la respuesta- Aquí veñen extranxeiros de todas as razas.
            Cuando le confesamos que nosotros somos de cerca, o sea de Ferrol, saca entonces a relucir algo de filosofía campesina- Eu vivo ben aquí, todos nos coñecemos e somos amigos. Nun piso vives coma un paxaro nunha xaula; as veces no coñeces nin a os veciños.
            Después nos cuenta que “o tempo vai cambiando. Fai anos aquí faciamos homes de neve  e a praia quedaba toda branca.
            Y continúa “De Madrid veñen moitos a facer prácticas” (deducimos que de surf) e se queixan, din que “aquí llueve mucho” (utiliza con ironía el castellano). “Pero eu penso que isto e o millor de España porque en verano fai fresco as veces e as veces fai calor e o paisaxe e moi bonito, e nos invernos, aunque choiva non fai moito frío”. “E, ademais, o frio faite duro" añade.
            Hemos recogido las tablas y nos disponemos a marchar. “Volvede cando queirades” nos dice con la autoridad del que se siente dueño de lo que le rodea. Y nos sorprende con la insistencia: “Volvede cando queirades”. Como haría, sin embargo, un perfecto anfitrión.
            Siempre supe que la gente de Pantín, ante la invasión anual de su playa por las muchedumbres venidas de todo el planeta, conservaban con orgullo el sentimiento de que aquel maravilloso paisaje, a pesar de todo, no dejaba de ser suyo y que nadie, nunca, se atrevería a arrebatárselo.  


Texto : Carlos Bremón



2 comentarios:

  1. bonita entrada Carlos, por cierto, el señoriño tiene esta rubia Galega inmaculada, a veces la tiene en su casa, que es la que está en la entrada del aparcamiento y me tengo detenido a observarla, lo bien cuidada y reluciente que está, hasta le deja a veces un carretillo con hierba, que creo que es para que la gente que le llama la atención obsequie a la vaca con una "tapa" y de paso acariciarla...claro! es su compañaera, su mascota como bien dices!

    un abrazo

    ResponderEliminar
  2. De bien cuidada nada de nada. Este fin de semana le dijeron por enésima vez que iban a llamar a la policía para denunciarlo. Él mismo te cuenta tan alegremente, que ya le ha ido la policía varias veces por maltrato animal y que también las personas de su familia le dicen que no puede atar a la vaca de esa manera. El muy sin vergüenza le ata las patas a los cuernos para que no se escape. Esta práctica penada se utiliza habitualmente atando las dos patas. Este hombre va un paso más y al atar sus cuernos a la pata con una longitud mínima lo que le provoca que en cada paso el animal tiene que girar el cuello como contorsionismo pra poder avanzar lo que le está provocando problemas muy graves. Como el continúa con una actitud de mofarse de la gente que le decimos que no son condiciones para tener a la vaca supongo que hasta que la policía no cumpla con la legislación vigente y lo multe o una protectora de animales intervenga directamente seguiremos viendo ese lamentable comportamiento en cada baño en Patín.
    Un saludo

    ResponderEliminar