Mediados de los setenta,
concretamente verano de 1974. En España, la dictadura está en sus últimos meses
de vida, y el tiempo en el que la opinión popular contaba tanto como la de las
sardinas del mar, está llegando afortunadamente a su fin.
Galicia se ha convertido en el
huerto particular de unas compañías, las papeleras, que han visto que poseemos
dos cosas fundamentales para producir la materia prima de su industria: sol y
agua. Enormes superficies de territorio, en especial el que está cerca de la
costa, es repoblado con eucalipto, a pesar de la degradación que produce en las
tierras este cultivo, que es quizás la primera planta invasora que nos llega de
otro continente.
Por esta razón una empresa
guipuzcoana está recorriendo nuestra geografía regional en busca de unos
terrenos en los que montar algo que, seguramente, ellos no quieren en su región:
una fábrica de celulosa. Hay un primer intento de instalarla en la comarca de O
Barco de Valdeorras que fracasa por la oposición frontal de sus vecinos.
No recuerdo bien –estoy hablando de
memoria- si hay algún otro intento antes del que ocupa el protagonismo de este
relato.
El caso es que, al poco tiempo, los
medios de comunicación gallegos averiguan que las tentativas de instalación de
dicha fábrica se han trasladado a una pequeña y olvidada playa del norte de la
provincia de La Coruña ,
a una zona marginada del progreso y de la industrialización, fértil posibilidad
por ello para las intenciones del grupo industrial que está detrás del
proyecto. Y esa pequeña y olvidada playa es nada más ni nada menos que Pantín,
cuya parroquia pertenece –en aquella época- al municipio de Cedeira.
La opinión pública sabe, y de todas
formas los medios de comunicación lo airean convenientemente (ya digo que la
dictadura, en ese momento, ya no es lo que era, si no ningún medio se habría atrevido a decirlo)
que las fábricas de celulosa se caracterizan por ser una de las industrias más
contaminantes que existen.
Pues bien, el proyecto es montar
esta fábrica en pleno carrizal de Pantín, una zona como todos sabéis de
altísimo valor ecológico y de una belleza inigualable.
Inmediatamente se producen las
primeras protestas. El 4 de septiembre una manifestación de doscientos vecinos
recorre la zona para reclamar la atención de la opinión pública por lo que
ellos ya entienden que es un atentado contra la naturaleza, y que no están
dispuestos a consentir.
Pero hay opiniones favorables a la
celulosa. Alguna prensa se pregunta que es mejor: ¿industrias –aunque destruyan
el paisaje y sean nocivas para el medio ambiente- y con ello mejor nivel de
vida, o seguir como hasta ahora? Y el principal argumento esgrimido son
nuestros hombres trabajando en el extranjero, en la emigración.
Pero también surge otra polémica entre
los gallegos que sería larga en el tiempo. Y es la de que, ya que nos tenemos
que comer la contaminante industria de la celulosa, ¿por qué no nos instalan
fábricas de papel, mucho menos perjudiciales e igualmente beneficiosas para la
economía? Pero ese caramelo no nos lo quieren conceder. En su día, el
empresario y promotor industrial Roberto Tojeiro, dijo públicamente que fueron
los vascos y los catalanes los que nos impidieron hacer papel en Galicia.
La playa y el carrizal, al fondo |
Pero volvamos a Pantín. La lucha de
intereses es dura, y más en aquellos tiempos. El 26 de septiembre el Ayuntamiento
de Cedeira, encabezado por su joven alcalde, Leopoldo Rubido, muestra su
desaprobación al proyecto, al contrario de lo que hace el de Ferrol, que lo
apoya. Tanto, que una comisión de vecinos visita al Capitán General del
Departamento Marítimo para hacerle patente su rechazo y solicitar su apoyo.
¿Os imagináis una enorme, fea y
humeante fábrica aplastando el carrizal de Pantín, y vertiendo sus asquerosos
detritus sobre las olas de la playa? Acordaos de la fábrica de Ence en
Lourizán, cerca de Marín (Pontevedra). Ahora, al cabo de los años, han
conseguido hacerla mucho más soportable a los vecinos y cumple con unas
limitaciones y mejoras en materia medioambiental, pero todos nos acordamos del asqueroso
olor que, constantemente, recorría todo el municipio pontevedrés, y que se
detectaba kilómetros antes de entrar en la ciudad, y la tremenda contaminación
que produjo durante muchos años y que aun permanece en gran parte en los fondos
de la ría, y su enorme balsa de lodos y residuos con aguas negras y
malolientes.
Yo, que entonces ya conocía y había
surfeado en solitario la playa de Pantín, seguí con ansiedad todo este proceso,
y respiré aliviado cuando se declaró que los promotores abandonaban el proyecto
ante la oposición –que seguramente no esperaban- de los que, en principio,
habían creído que resultarían ser unos analfabetos e ignorantes aldeanos.
Por esta vez al menos triunfó la
voluntad popular sobre los intereses espurios.
1972. Mi primer baño en Pantín |
Fotos por orden: Guias.masmar.net, Forocoches.com, Visionesdeferrolterra.blogspot.com, Csif-ENCE, Concello de Pontevedra.eu, Carlos Bremón
Me he quedado pegado, no tenía ni idea de eso.
ResponderEliminarNo sabía que el olor a Pontevedra o a Navia estuviese tan cerca de la playa de Pantín. No puedo ni imaginármelo.
Es una vieja historia que terminó bien. Los de la Celulosa tuvieron, antes que este, otros fracasos en Galicia y quizás por eso aquí ya no pelearon demasiado, aunque la oposición desde un primer momento de mucha gente del pueblo, del alcalde, etc., los hizo desistir pronto.
EliminarPero si no hubiese habido esa reacción, me temo que tendríamos otro Lourizán muy cerquita de casa.
Un saludo, Nestor.
No sabía lo de la fábrica de celulosa, me alegro de que no se haya instalado aquí, pero creo que hay un error. En 1974 es imposible que Pantín perteneciese al ayuntamiento de Cedeira, ya que el de Valdoviño se formó en 1836 con parroquias del de Trasancos y del de Cedeira, siendo Pantín (junto con Vilarrube, Loira y Vilaboa) una de las que efectivamente pertenecieron a Cedeira, hasta esa fecha.
ResponderEliminarQue 1974 aún fué ayer como quien dice! :D
Saludos.
Al César, lo que es del César, y a Valdoviño, lo que es de Valdoviño. Efectivamente, hay un error que hay que reconocer, en la atribución de la parroquia de Pantín (en 1974) al municipio de Cedeira. Ya era de Valdoviño desde 1836, tal como dices.
EliminarEl error vino de la redacción de una de las notas de prensa con las que documenté la historia que ya conocía. Dice la nota así: “En el área de Cedeira el lugar elegido era el actual santuario surf, Pantín, pero la negativa por razones ambientales del alcalde, Leopoldo Rubido, frustró el intento.” Sin que sirva de excusa, esta frase unida al hecho de que sabía que en épocas pasadas había pertenecido efectivamente a Cedeira fue lo que me despistó.
Y, por supuesto, muchas gracias por la corrección, que es como tiene que ser, cuando uno se equivoca hay que puntualizar para evitar herir susceptibilidades, que en este caso de Cedeira y Valdoviño con respecto a Pantín a veces las ha habido.
Yo por mi parte no tendría problema en que los ayuntamientos estuviesen repartidos como entonces, ya que aunque efectivamente pertenezco al ayuntamiento de Valdoviño, hago más vida en Cedeira; en Pantín estamos a medio camino del centro de los dos municipios y muchos estamos más vinculados a Cedeira que a nuestro propio ayuntamiento jaja. Pero comenté el error porque es muy común que aparezca la playa de Pantín (y también la de Villarrube) como si fuesen de Cedeira.
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